Por; Giancarlo Salgado Moscuzza
¡Por mucho que lo premedites, no hay forma de prepararte metal y físicamente para viajar a la india! Tuve la oportunidad vivir tres meses en el país más diverso que han visto mis ojos, empapándome de su cultura, literalmente como una esponja absorbiendo distintas experiencias en todos los ámbitos que pueden imaginar. No creo poder resumir con exactitud mi experiencia en tal maravilloso país, pero, puedo darles un abre bocas para que se hagan una idea de lo que viví.
Después de pasar por lo menos 36 horas entre aeropuertos y aviones… Llegue a Nueva Delhi para inmediatamente después ir a Pune, una ciudad a 4 horas de Bombay. Me recibo una familia Marathi (una de las muchas ramas de hinduismo) y para hacerles breve la historia en tal religión se tienen unos hábitos muy peculiares como el hecho de no comer ningún tubérculo, todas esas cosas que normalmente comemos en nuestra cotidianidad como la cebolla o la papa, tampoco pueden comer ningún tipo de animal y menos las vacas, pues con ellas solía jugar uno de sus más apreciados dioses Sr. Krishna, él pasaba tiempo de su juventud jugando con ellas y las quiere tanto no es una opción comerlas, por lo que pude entender los Dioses a quienes más le rezan mis familiares de la india son claramente a Lord Krishna, Shiva y Ganpati (por lo menos todos los días antes de ir a trabajar).
Mi host mother se llama Ashwini una encantadora mujer, empoderada y familiar, ella me enseño de la manera más tierna su cultura y su comida. Por otro lado tengo a mi host father, creo que es el hombre más contento del planeta, su filosofía de vida y actitud son excelentes, eso sí, es un reloj humano practicamente una máquina de trabajar “como buen Marathi” solía decirme. Sus hijos Siddhi y Ojas, sin lugar a duda son sus reflejos, con ellos tuve la oportunidad de viajar a Jaipur la ciudad rosada, la cual es igual o más impresionante a como se muestra en las películas, es un contraste mágico entre “lo viejo” y “lo nuevo” lo pongo entre comillas porque las obras arquitectónicas que tienen cuatro mil años de antigüedad parecen construidas literalmente ayer… La comida y la religión se salen de todo el panorama que podamos pensar, trata de pensar en 10 especies diferentes que suelas utilizar en tus comidas… además del orégano, la pimienta y la sal nosotros no utilizamos mucho más, pero allá, la cantidad de platos distintos es incontable y con nombres muy peculiares, la explosión de sabores que abrazan tu paladar en cada plato es indescriptible, las mismas texturas de la comida cambian según la experiencia, y pues también es cierto que, se come con la mano en la gran mayoría de ocasiones con el fin de sentir (de forma literal) la comida.
Así mismo, la parte espiritual es espléndida, con mucha prudencia y con respeto, viví una mínima porción sus ideologías y creencias, con el fin de entender mejor su cultura trate de convertirme en vegano, medite en templos, agradecí a la vida y pedí perdón por las cosas que seguro hice mal en algún momento de mi vida. En estas dos últimas frases podría escribir un libro (quizás lo haga) porqué definitivamente, aunque suene muy parecido a lo que hacemos en nuestro lado del mundo es completamente diferente, creo que tendrían que ir si quieren entender esa misteriosa razón.
Ame cada segundo en ese país tan diferente, salí de mi lado del mundo hacia lo desconocido y me encantó, aprendí que el conocimiento no tiene límites, no les prometo que su experiencia sea igual pero indiscutiblemente se van a enamorar del viaje, háganlo, abracen la inmensidad del mundo, no es tan grande como parece. Creo que no solo tengo una mejor visión del mundo y sus diversas culturas, además, mejoré mis capacidades de comunicación en otras lenguas, logré hacer muchos amigos, incluso darle el nombre de “hermano”, “tío” y “tía” a quienes espero que alguna vez puedan venir a “mi hogar” en Colombia.
Por eso quiero darle las Gracias por tan grata experiencia humana a Sr. Kiran, Mrs. Ashwini, al Club Rotario Pune Camp y a Rotary International.
