SERVIR PARA MULTIPLICAR SONRISAS

Por; Paulina Tejada Tirado - CR Medellín Laureles

 

Sus sueños de ser médico se transformaron en bachillerato, cuando fue consciente de la agitación y el movimiento que acompañan una sala de urgencias. Fue entonces cuando Walter Agudelo Gallo negoció consigo mismo: seguiría el llamado de su corazón hacia el cuidado y la salud, pero desde un lugar más pausado, con más tiempo para decidir y más posibilidad de seguimiento a sus pacientes. Eligió ser odontólogo.


Él, oriundo del Carmen del Viboral, un municipio antioqueño ubicado a una hora y media de Medellín abrió su consultorio a pocas cuadras del parque que lo vio crecer una vez culminó sus estudios. “Me amaño mucho en este pueblo, es mi casa, es mi gente, por eso decidí construir mi profesión acá, en mi tierra”, cuenta con orgullo. 


Allá existía el Club Rotario del Carmen, al que fue invitado en 1989, en el que se inició en el Rotarismo y desde el cual descubrió “el valor y el poder de servir a través de la amistad”, comenta. Sin embargo, cuando comenzó su especialización en ortodoncia luego de 7 años de atención a su comunidad, Walter interrumpió su vinculación rotaria, pues sus estudios demandaban todo su tiempo. 


Pero la vida encuentra casualidades o, mejor, causalidades que permiten que cada ser humano retome su camino hacia el servicio, ese llamado que se manifiesta en las entrañas de manera inconfundible, esa certeza que el mundo sí puede ser un lugar mejor cuando elegimos actuar desde la esperanza, esa luz que brilla en el pecho cuando nos sentimos conectados con la humanidad. 


Por eso, un día inesperado, su entonces esposa conoció a Eduardo Vélez. En una conversación desprevenida le contó sobre la participación de Walter en el Club Rotario del Carmen de Viboral, sin saber que Eduardo era miembro del Club Rotario Medellín Laureles. Sin dudarlo, Eduardo invitó a Walter a ser socio nuevamente. Desde entonces y durante más de 10 años de vinculación con el Club Rotario Medellín Laureles, Walter ha transformado la vida de decenas de personas, especialmente de niños, niñas y adolescentes. Con amor recuerda a las jóvenes del Hogar San José de la Montaña, a quienes les hizo su ortodoncia sin ningún costo. “Ellas son niñas que están en alto riesgo porque son hijas de personas que abusan de sustancias psicoactivas o ejercen el trabajo sexual. De otra manera, no tendrían la oportunidad de hacerse este tratamiento, porque es un procedimiento que tiene un costo elevado”, explica. 


Walter les hizo una evaluación general a las más de 30 niñas pertenecientes al Hogar. Seleccionó las aptas para hacerse el tratamiento, asumiendo él todos los costos, excepto el transporte hasta el Carmen del Viboral, lugar en el que mantiene su consultorio. El Hogar gestionó el transporte y 14 niñas y adolescentes tuvieron su ortodoncia acompañada de conversaciones y pedagogía alrededor del cuidado dental. 


“De ellas algunas son profesionales. Hay una que estudió gastronomía becada en la Colegiatura y otra de ellas está estudiando aviación. Es muy bello verlas prosperando y ver que esa sonrisa es fruto de sus ganas de salir adelante y cumplir sus metas”, expresa con satisfacción. 


Para él, la elección del servicio ha sido también un sendero de aprendizajes. Cada paciente le deja sembradas preguntas y razones para dar las gracias. “Con las historias de vida que conozco aprendo mucho y me doy cuenta de las grandes oportunidades que he tenido en la vida. Uno es privilegiado y ese mismo privilegio es un compromiso de servicio para quienes no tienen el mismo punto de partida”. 


Hoy comienza una nueva etapa en su camino de la mano de la Fundación Evolución del Pensamiento, apoyada por el Club Rotario Medellín Laureles, cuya misión es “proteger a los niños, niñas y adolescentes cuyas necesidades básicas se encuentran insatisfechas mediante la orientación, los espacios y los medios para que puedan desarrollarse integralmente y adquirir habilidades sociales, cognitivas, emocionales, físicas y trascendentales”, ubicada en la vereda del Alto Picacho, en Medellín. 


“En este momento tenemos un programa de seis niñas y un niño en el que les estoy haciendo la ortodoncia totalmente gratis”, comenta con la visión de quien, desde su lugar en el mundo y su talento, pone su presente al servicio de otros y otras.


“La filosofía rotaria es una filosofía de amistad. Gracias a Rotary nos unimos personas de diferentes profesiones con el fin ser amigos entre nosotros y a la vez cada uno, a través de lo que sabemos hacer, servir a los demás. La amistad, definitivamente, es el motor del servicio. Si estuviera solo, quizá no estaría haciendo lo que estoy haciendo y agradezco haber seguido ese llamado de retorno”, concluye el odontólogo. 

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