A LA DISTANCIA DE UN CLICK

Por; María Doris Lopera Montoya  EGD DISTRITO 4281 

 

Internet nos permitió la fascinante experiencia de asomarnos al planeta entero en todas sus dimensiones, geográfico, histórico, cultural, artístico, social y político, a través de las de las pantallas de los ordenadores, navegando por la red infinita, aprendiendo tanto de los atajos como de las rutas más eficientes y novedosas.  Fue el tiempo del asombro y de expedir el pasaporte que nos acredita como ciudadanos de la aldea global.  Hasta ahí íbamos bien. 

Hemos aprendido más de virtualidad en los últimos diez meses que en la última década, y sin embargo la virtualidad ahí estaba, siempre ha estado cerca de nosotros, a la distancia de un clik.   

Durante la pandemia hemos aprendido que este nuevo y exigente modo de comunicación virtual, del que ahora dependemos en un porcentaje mayor al de la presencialidad, nos ayuda mucho, pero también, nos acosa y llega a agotarnos en nuestros horarios convirtiendo las jornadas de trabajo o de estudio en sesiones complejas y pesadas, empañando las gafas,  irritando los ojos  y abusando de las posturas ergonómicamente recomendadas. Esto nos obliga a tomar precauciones y adoptar nuevas medidas de autocuidado para proteger nuestra salud física y mental.

A estas alturas ya hemos definido nuestras prioridades y desafíos para el 2021, y me pregunto si también hemos decidido cual es la estrategia personal para combatir el cansancio que produce una virtualidad impuesta, la desesperanza y ansiedad que nos genera la nueva anormalidad. 

 Posiblemente pensamos que el autocuidado, no es tan importante como si cuidar a nuestros hijos estudiantes, familia en general, tal vez empleados y subalternos o los miembros de nuestra comunidad, que dependan de nosotros, por numerosa o pequeña que esta sea. 
Como la actual situación no parece tener fecha de vencimiento en lo que resta del año y queriendo ser muy positiva, los invito a ponernos a trabajar de manera prioritaria en  esta causa tan importante: vencer la desmotivación que nos causa la virtualidad y en el intento lograr sacar el mejor partido a nuestros intereses de este modo de comunicación.  

Y en este empeño todo sirve, desde leer los artículos especializados de los psicólogos y siquiatras sobre los efectos de la ansiedad en la salud y como combatirla,  pasando por las confusas estadísticas de los picos y las bajas de las cifras de contagio en todos los países, hasta consultar los oráculos, páginas de yoga y hacer las rutinas de ejercicio con los mejores entrenadores de los mejores gimnasios que hay pero desde una esquina de nuestra sala, hasta llegar a la maravilla de navegar en la música, ¡el idioma universal!, comprar boletos para los conciertos más insospechados en los lugares más imprevistos y de los artistas que más nos gustan y de todos los eventos a los que no habíamos podido asistir, pero ahora desde la comodidad de la casa. Esa si es una maravilla de la virtualidad.

No permitamos que los días se repitan sin haber fijado algunos limites sanos para lo que sigue, debemos también encontrar actividades que rompan con la rutina virtual de manera que nuestras mentes no se agoten, y aprendamos a alternar entre la pantalla y nuestras vidas, nuestros espacios reales y nuestros objetivos.   

Si bien las reuniones virtuales que ocupan nuestras agendas, cambiaron nuestras rutinas siguen siendo vigentes las reglas de cortesía de las reuniones importantes:   puntualidad en la asistencia, adecuada preparación de los temas a tratar, motivación durante el desarrollo de la reunión, respeto a los tiempos de todos los participantes y mayor ejercicio de liderazgo de quienes tengan esa responsabilidad, con el ánimo de aprovechar la virtualidad y el tiempo que estamos conectados. 

Hagamos que nuestros encuentros virtuales sean presagio de la felicidad cuando volvamos al abrazo fraterno. 

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