Por; Anouk Laubriat – Programa Intercambio D4281
Me llamo Anouk Laubriat, soy francesa y tengo el honor de ser parte del Rotary Club Yumbo Arroyo hondo y del e-club Ágora de Francia. Vivo en Cali y hoy, en nombre de los Intercambistas, voy a hablarles sobre el programa “RYE Rotary Youth Exchange”.
El primero de septiembre, en el avión, me pregunté varias veces qué hacía ahí. Sentía que había tomado la peor decisión de mi vida y solo quería regresar a mi zona de confort en Francia. Pero desde que llegué, descubrí un país cálido donde me sentí como en casa.
Mi primera familia de acogida fue clave en mi adaptación. Entre las bromas de mi papá y la amabilidad de mi mamá, encontré mi lugar. Recuerdo que le dije que me sentía incómoda por pedirle que me llevara a todas partes y ella me respondió que era normal porque yo era como su hija aquí. Gracias al cambio de familia del programa, pude descubrir la cultura desde otra perspectiva. En mi segunda familia, encontré un hogar donde la salsa, las fiestas y las risas con mi abuela fueron parte de mi día a día.
Gracias a mis familias, hice viajes maravillosos y nunca dejaré de sorprenderme con la belleza de Colombia: desde las palmas del Valle de Cocora hasta el mar de siete colores de San Andrés pero, sobre todo, el eterno sol de Cali. También descubrí la cultura colombiana, donde el baile, la fiesta y el amor están presentes cada día. No pueden imaginar mi shock al ver a mis amigos bailando reguetón en una chiva, ¡un espectáculo que no existiría en Francia!
Aquí, también viví una visión más familiar de la religión, desde la alegría de las novenas hasta el gozo: “Ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús...”.
Pero, sobre todo, este año me permitió conocerme a mí misma. Estoy orgullosa de nosotros, intercambistas, por el coraje que tuvimos al venir aquí.
Aún recuerdo mi primer día de clases. Me pidieron que me presentara frente a todo el colegio. Estoy casi segura de que nadie entendió nada, pero aun así recibí aplausos y gritos. ¡Me sentí como Shakira!
En Francia, si alguien decía “llego en 5 minutos”, esperaba 5 minutos. Aprendí que en Colombia el tiempo es... flexible. También podría hablar de todas las veces que me han llamado “mi reina”, “mi amor” o “mi corazón”. Rápidamente entendí que en Colombia todos son una reina y que no era un intento de coqueteo. O de la primera vez que alguien me dijo “hola, ¿qué más?” y respondí “Nada, gracias”. ¡Pensé que me estaban ofreciendo algo! Rotary, ustedes me han causado tristeza. Por su culpa, he conocido a personas que nunca olvidaré. Personas que me enseñaron sobre mí misma, que me acogieron en su cultura y corazón. Ahora, tengo una parte de mi alma anclada aquí. Me entristece dejar atrás una parte de mí y no saber si podré unir estos dos mundos, estas dos culturas, mis tres familias y mis amistades internacionales.
Pero también me han hecho profundamente feliz, porque ahora siempre tendré dos lugares en este mundo, donde ya encontrar uno es algo complicado. El regreso a nuestros países será una mezcla de emociones: la alegría inmensa de abrazar a mis padres, a mi perro, a mis amigos y a mi piano, sin olvidar a mi hermana que seguramente habrá robado mi ropa mientras estuve fuera, pero también sentiré la tristeza de alejarme de estos amigos que me ayudaron a descubrir quién soy. Sin embargo, decir adiós no tiene que ser definitivo si decidimos lo contrario y tengo la intención de decidir lo contrario.
Muchas desgracias en el mundo nacen del miedo a la diferencia. Por eso, siempre estaré agradecida con el programa Youth Exchange, que me ha convertido en una mujer con una mente abierta hacia los demás.
Dicen que este año será el mejor de nuestras vidas, pero no quiero pensar que el 30 de junio todo terminará. Entonces, intercambistas, no hagan de este año solo un recuerdo del pasado; háganlo el inicio de una vida guiada por el valor de tomar decisiones que nos llenen de amor y encuentros maravillosos, como lo ha sido este año.
No tengo palabras para expresar mi gratitud, no hay manera de definir la gracia que he recibido al venir aquí. Así que simplemente diré esto, esperando que puedan entender la fuerza de mis sentimientos: Rotary, te amo y gracias. ¡Colombianos, los amo y gracias! y Colombia, mi país del corazón, te amo y gracias.